La espiritualidad como medio de desarrollo humano
Aristóteles nos dice que la felicidad es la recompensa de la virtud. Es decir, en el pensamiento Aristotélico la felicidad es un fin en si mismo y practicamos la virtud para alcanzar la felicidad. ¿Pero que es en este pensamiento la felicidad? El alma es el primer motor móvil según Aristóteles en su libro "Sobre el alma"; esta posee facultades como la locomotiva, la nutritiva, la reproductiva. La felicidad seria un estado de optimización de estas facultades, o dicho de otra manera el "bienestar acompañado de virtud" (Libro Retórica, Aristóteles)
Para ser felices tenemos que elegir y de la elección surge la virtud. En resumen buscamos la felicidad por que la felicidad es el deseo natural del alma y de allí nace la virtud.
Todo esto responde al plano del alma o "plano moral". Hablar de la moral es discurrir sobre la virtud y las buenas costumbres, en definitiva la moral estudia todo aquello que "valoramos" para ser "naturalmente" felices.
Pero el deseo de felicidad es un deseo egoísta, la moral no trata sobre el problema del bien y del mal. El pensamiento y las obras de Aristóteles, en definitiva las ideas filosóficas griegas constituyen la base de la moralidad occidental.
¿Pero que es entonces la espiritualidad?
Cuando hablamos de la espiritualidad hablamos de perfecciones. Dios es la fuente y origen de todas las perfecciones que observamos en la creación y es el deseo de Dios irradiar sus perfecciones a las criaturas. Los dones espirituales son perfecciones.
Cuando Cristo y esta es la diferencia con el pensamiento de Aristóteles, nos dice “sean perfectos como el padre es perfecto” nos llama a vivir los dones recibidos de Dios, a buscar lo correcto y lo mejor, a perfeccionarnos, a ayudar a nuestro prójimo y a esforzarnos por mejorar el mundo, a vivir según el espíritu; no a buscar nuestra propia felicidad, a esto Cristo lo llama vivir según la carne.
El espíritu se identifica con el deseo del bien, el alma con el deseo de felicidad.
Vivimos según la carne, es decir practicamos el pecado o vivimos según el espíritu, o dicho de otra manera actuamos por principios (regla de oro) nos enseña Cristo.
A través del “deseo del bien”, que es el deseo de Dios, nos perfeccionamos y nos asemejamos a él, nos hacemos perfectos como el padre es perfecto. En esto consiste la espiritualidad.