La Gnosis es recibir al espíritu de sabiduría que nos da la vida eterna, somos infundidos por la Caridad para ser maestros o doctores en la ciencia de la Sabiduría, la ciencia de Dios. Necesitamos del alma para vivir pero del espíritu para juzgar las verdades eternas e inmutables, la Gnosis es el acceso al plano de la verdad.
El profeta Daniel en el Antiguo Testamento es un ejemplo del hombre iluminado por la Gnosis: Daniel es vidente es decir oráculo, interpreta en lo oculto de Dios y tiene el discernimiento y la ciencia de divina; el Rey Baltasar, hijo de Nabucodonosor se refiere a Daniel: "Yo he oído que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti una clarividencia, una perspicacia y una sabiduría superior", Libro de Daniel 5:14.
Daniel interpreta los sueños de Nabucodonosor, Libro de Daniel 2:31-45 y 4:7-15 también Daniel interpreta la visión de Baltasar en el Libro de  Daniel 5:5-9. Daniel finalmente tiene visiones proféticas similares a la del Apóstol Juan en el Libro de Apocalipsis.
Tambien José, el hijo de Jacob en el Libro de Génesis que interpreta los sueños del Faraón (Génesis 41:14-36) que actúa como oráculo y vidente, es otro caso de una persona dotada por la Gnosis.
La Gnosis es fundamentalmente la resolución de un conflicto interno entre la naturaleza del mundo y la naturaleza espiritual. De hecho Jesús habla de la Gnosis en el evangelio de Juan:"Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le pregunto: ¿Como un hombre puede nacer cuando es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?
Para el hombre natural, la Gnosis es incomprensible por que es una infusión, un derrame de lo alto como en Pentecostés 2:1: "Al llegar el dia de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del espíritu santo".
San Agustín nos relata su iliminación espiritual en el Libro Confesiones:"Decía estas cosas y lloraba con amarguísima contrición de mi corazón. Mas he aquí que oigo de una casa vecina una voz, como de niño o niña que decía: "Toma y lee, toma y lee"...No quise leer mas, ni era necesario tampoco, pues al punto que di fin a la sentencia, como si se hubiera infiltrado en mi corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de mis dudas", Libro VIII, C 12, Confesiones.